ALTEA hILLS 695
La parcela donde se ubica esta vivienda se encuentra escondida dentro de una urbanización que se ha desarrollado a lo largo de un grupo montañoso. No fuimos conscientes de la presencia que iba a tener la casa en el paisaje hasta que buscamos los puntos de vista desde donde ésta se iba a apreciar de una manera más clara. Fue entonces cuando descubrimos la rotundidad con la que se iba a ver la construcción desde el acceso a la propia urbanización. Fue por ello que decidimos realizar una combinación a la hora de materializar el alzado de la casa hacia la zona de máxima exposición visual: por una parte, hay una pieza completamente lineal, que configura el techo de la primera planta, mientras que el techo de la planta baja aparece fragmentado, debido principalmente a la presencia de la piscina, que surge como un quiebro en voladizo. Incluso la primera pieza lineal, para que pierda algo de presencia (dado lo robusto de todo el conjunto), pretende desmaterializarse mediante la inclinación de la misma en uno de sus planos.
El objetivo era claro; intentar conseguir desdibujar la casa, para lo que, además de lo comentado, se integró la construcción en la montaña de forma que la zona de día y la habitación principal, junto con los espacios exteriores principales y la piscina, se encuentran en la planta primera, mientras que el resto de habitaciones (cuyo techo conforma la terraza del salón, adaptándose así a la forma del terreno), se encuentran en planta baja. Completa el programa de plantas un sótano con distribución diáfana.
En cambio, desde el acceso a la propia parcela, que como hemos comentado se encuentra en una de las zonas más privadas y escondidas de la urbanización, la vivienda se aprecia de forma completamente distinta; prácticamente ni se ve desde la calle por la que se accede, puesto que ésta se encuentra en la parte más alta de la propiedad. El acceso peatonal a la vivienda es compartido con el rodado, mediante un camino de adoquines flanqueado por muros de piedra en seco de la zona. De esta manera, se realiza una aproximación lenta a la casa, lo que permite ir descubriéndola poco a poco junto con su propio entorno, participando así de su integración en el mismo. La transparencia a través de un vidrio junto a la puerta de entrada al interior, nos permite presenciar las vistas al mar de prácticamente 180 grados que disfruta la vivienda, cosa que se termina de evidenciar cuando se entra en ella.
En cuanto a la materialidad, se ha intentado trabajar con materiales nobles, naturales. Los suelos son de mármol, tratados de forma distinta si se trata de interior o exterior, así como los revestimientos de los baños. Para el exterior, la tradición de la arquitectura blanca del lugar se combina con la nobleza de la madera y con la piedra seca de la zona, todo ello desde un enfoque lo más contemporáneo posible. A esto último ayuda de forma rotunda la manera de trabajar la luz artificial, principalmente de forma lineal, reforzando los conceptos volumétricos trabajados en la fragmentación del conjunto de la construcción.